Los dólares del petróleo, el ingenio de los arquitectos WS Atkins and Partners y la tecnología más avanzada, obligaron a crear la séptima estrella de la excelencia hotelera. Cinco no alcanzaban para distinguir al hotel más alto, más lujoso y más costoso del mundo: el Burj Al Arab.
Una fachada espectacular -hecha de teflón- recubre un tejido de fibra de vidrio de una altura que sobrepasa los 300 metros y emerge del mar como la gran vela de un navío. Esta fastuosa obra hace su aparición sobre la playa de Jumeirah, en Dubai, importante ciudad de los Emiratos Árabes Unidos.
Desde este hotel, levantado sobre una isla artificial a 280 metros de la costa -para no arrojar sombras sobre la playa- se pueden disfrutar vistas únicas del desierto. Para la ejecución de su isla, se utilizaron técnicas jamás usadas en la construcción de edificios. Es una verdadera obra de ingeniería, sostenida por pilares ubicados a 40 metros bajo el nivel del mar. Las sintéticas líneas que demarcan la monumental vela se han convertido ya en un icono de
Dubai.
El espacio interior
Por dentro, todo se organiza en torno a un gran atrio monumental de 180 metros de altura, hacia el cual balconean los 28 pisos de las habitaciones. Dichos balcones se escalonan para disminuir la sensación de vértigo en los niveles más altos. En este gran atrio, una importante fuente de agua es la protagonista del espacio, elevando, cada media hora, disciplinados chorros de agua de 30 metros de altura.
Su opulencia exterior invita al visitante curioso a descubrirlo interiormente, con 321 metros de altura el Burj Al Arab contiene más de 200 suites de inimaginable lujo. Cada suite viene equipada con computador, fax e impresora, televisión por cable en pantalla de plasma, reproductor de DVD, control remoto para las luces y cortinas y cientos de artilugios electrónicos más.
De día, la intensa luz del desierto deja caer sobre este espacio -a través de su pared translúcida de fibra de vidrio- un resplandor de otro mundo, que deja atónitos a los 300 huéspedes que aloja este hotel y que cuidan sus 1,200 empleados.
El Burj Al Arab es considerado por muchas razones el mejor hotel del mundo. Su interior es una auténtica cascada de colores que se abalanza desde el ingreso, con una estética muy osada.
Para su construcción, se recurrió a los más exquisitos materiales encontrados en la tierra. El granito Azul Bahía proviene del Brasil, la pureza del mármol de los pisos y las paredes viene de Carrara y las piedras preciosas, del norte de Italia. Infaltables, se entretejen los mosaicos tan típicos de la cultura árabe. Las paredes del edificio, domos, columnas y techos están revestidos con láminas de oro de 22 quilates provenientes de India. En las paredes y el suelo de la recepción se aplica mármol de Statutario, el mismo que empleó el genial Miguel Ángel en sus esculturas.
De sus siete restaurantes se destaca el Al Mahara, un restaurante submarino para cenar con la sensación de estar en lo más profundo del mar, rodeado de tiburones, corales y otras especies. En otro, se puede disfrutar de la sensación de estar suspendido en el aire.